El Superclásico -como dice la frase hecha- es un partido aparte. No se concentra en los 90 minutos jugados el fin de semana, sino que se activa una semana antes con banderazos, fuego cruzado en forma de declaraciones y en general un clima anormal que calienta los ánimos de clubes e hinchas. Es un micro universo dentro del campeonato nacional, es una rivalidad a muerte, es el partido que para el que ha tenido mala campaña “salva el año” (como adelantó Matías Rodríguez) y el encuentro imperdible especialmente para el local. No importa que sea el Superclásico más desigual del mundo (31 victorias más del cacique) o que vengas de ser derrotado 5-0 como le sucedió a los albos en el apertura 2012; cada año se reedita la historia, por ende, renovar las esperanzas y entregar nuevas alegrías es lo único que interesa para los protagonistas. Si hablamos de historia, de los archirrivales que jugarán este sábado, los azules son los que se enfrentan al escenario más complicado: lidiar con el peso de 14 años sin obtener un triunfo en el Estadio Monumental. Sin embargo, hay tres alicientes que se conjugan a favor del romántico viajero; la motivación extra por ser el partido comodín que puede salvar la “mala mano” que ha tenido este torneo; la opción de quitarle a los albos puntos claves camino a la copa; y el delicado momento que atraviesa Colo Colo, tras la ruptura con Humberto Suazo y una serie de resultados negativos.
Como factor esencial también emerge, -sobre todo desde las teorías conspirativas- cuando el resultado es de mucha trascendencia, el tema del arbitraje. La fecha pasada en Talcahuano fuimos testigos de uno de los errores referiles más garrafales de los últimos tiempos, hierro que será castigado por la ANFP, y que empuja a pensar en la calidad profesional de los jueces por un lado y en la honestidad del sistema administrador del campeonato chileno, por otro. En esta oportunidad, el elemento justicia llevará el nombre de Eduardo Gamboa, arbitro que extraoficialmente lo relacionan con Colo Colo y quien ya generó reacciones en el camarín azul. El más categórico fue Johnny Herrera “Cagamos”. En representación del resto del equipo habló su capitán, José Rojas “En la interna estamos intranquilos con Gamboa”. A menos de un día del Superclásico, dos son los involucrados que sentirán más que ningún otro la efervescencia y las secuelas del partido. En la banca universitaria, la paciencia está casi agotada, por lo tanto, una derrota podría poner punto final al contrato de Martín Lasarte, si no es por estos días, seguro al final del torneo. Por su parte, José Luis Sierra, es un DT en observación, al cual no se le perdonaría romper con la supremacía moderna del cacique jugando en casa. Una caída, sería para el “coto” una cicatriz difícil de cerrar, que podría empeorarse si es que Colo Colo no consigue el título a la postre. Al contrario, un triunfo equivaldría a un suplemento vitamínico de cara a las fechas restantes.
El torneo nacional es una competencia actualmente cuestionada por sus escasos argumentos técnicos y por una estructura organizativa que no tiene a los consumidores de fútbol chileno conformes, tomando en cuenta el precio de las entradas y críticas por el comportamiento del CDF. Si a eso le agregamos la dictadura de la violencia fuera y dentro de los estadios, tenemos frente a nosotros un tipo de campeonato ubicado en el grupo de los mediocres del fútbol mundial. La prueba más a concreta que corrobora el mal estado de la liga criolla son las fracasadas participaciones de las escuadras chilenas en la copas Libertadores y Sudamericana. Ocasiones como los Superclásicos, además de disfrutarse como parte del folklore, tienen que ser aprovechado por hinchas e instituciones para empezar a sanear, aunque sea en algunos aspectos, los puntos bajos que no dejan surgir a nuestro fútbol. Por la sencilla razón, de que Colo Colo vs Universidad de Chile – Universidad de Chile vs Colo Colo, es uno de los eventos más significativos del país y la representación directa de una sociedad en vías de cambio como la chilena.
