Aún estábamos gozando el triunfo histórico de Chile en la Copa América, seguíamos embobados por el respeto que se demostró en los himnos de cada país y todavía nos maravillaba el excelente comportamiento de la hinchada, pero de manera abrupta, la alarma de las 6:00 am nos despertó.
Esa alarma que te despierta del mejor de los sueños, la alarma que te dice bienvenido a la realidad ¿Cuál realidad? La del futbol chileno local, la realidad de la Copa Chile y la de las barras que responden a criterios de enemistad heredada.
En el marco de la Copa Chile y en un clásico de dos ciudades hermanas como lo son Coquimbo y la Serena, por ejemplo; se enfrentaron Everton y Santiago Wanderers en el estadio Sausalito. Ese mismo estadio que albergo impecables partidos de la Copa América, pero esta vez sería el lugar donde ambas hinchadas decidieron dar rienda suelta a viejas rencillas y desataron una verdadera batalla campal.
Imagínense que hay personas que no dejan que la cancha de fútbol se pise con zapatos ¿Qué pensarían de ver a Carabineros e hinchas sobre el césped? Pues bien, todos podemos asumir que la violencia es un problema estructural, yo le agrego el componente biológico y freudiano del malestar en la cultura, pero por más que tratemos de darle un cariz de análisis objetivo, el suceso escapa a cualquier marco interpretativo.
¿Por qué hoy? No sabría responderles, qué hizo a este día de lluvias constantes el marco perfecto para los ánimos enardecidos de los hincha de Viña del Mar y Valparaíso. Lo que sí puedo señalar es que a 4 años de la Ley de violencia en los estadios, seguimos viendo episodios bochornosos como el del domingo. Esta ley prometía “una fiesta segura, inclusiva y comunitaria; pasando los hechos de violencia a ser un obstáculo del fútbol que queremos, y no el centro del plan. En ese marco, la reforma a la ley recientemente aprobada en el congreso, es una herramienta para acercarnos al fútbol que queremos, a través de la mejora de las condiciones de seguridad, bienestar y convivencia”[1]
Para asegurar esto se implementaron medidas preventivas como no permitir entrar bombos, anillos concéntricos de seguridad y una mezcla entre seguridad pública (Carabineros) y guardias privados. La idea parecía más de marketing que de seguridad, ya que apelaba hacer de la ida al estadio una experiencia de marca, gozar de la fiesta y que la familia volviera a los estadios. Pero sabemos que sin empadronamiento de las barras, sin cortar los lazos entre los cabecillas de las barras y los dirigentes o entre barristas y guardias esto no es posible.
Pues bien, lo que vimos en el estadio del club “oro y cielo” fue la guinda de la torta para el pastel mal hecho que es Estadio seguro, a estas alturas un linda ironía de sí mismo y una caricatura de las leyes que pretenden frenar un fenómeno estructural con más prohibición y sanción y dejan de lado la gestión educacional “Desde el hincha como víctima de las circunstancias hacia el hincha como un actor co-responsable con roles, funciones y responsabilidades específicas, que se encuentra al centro del éxito o posible fracaso de ciertas situaciones de bienestar.” Podemos ver que aquí el hincha es responsable de lo bueno y lo malo ¿Entonces para que la Ley? Vivir en sociedad significa poner bajo la ley nuestros impulsos, a riesgo de ser castigados de forma civil o penal, pero si yo soy responsable de los bueno y lo malo es como pueblo del lejano Oeste.
Las instituciones deportivas, hoy, funcionan como empresas, generan utilidades que se tranzan en la bolsa de valores. Por lo anterior creo que deberían invertir más en seguridad, en empadronamiento de hinchas, en guardias y una capacitación constante de ellos por ejemplo en Inglaterra, un país que logró erradicar la violencia de los estadios. Pero con la lógica de la ingeniería comercial de maximizar las utilidades y minimizar los gastos quedamos a la deriva, y podríamos encallar, lamentablemente, en las rocas de un desastre entre barras bravas, un desastre que afectará primeramente la vida de las personas, la imagen de nuestro fútbol y la imagen como país.
Como hinchas de un determinado equipo, muchas veces nos cuenta hacer una crítica, pero es necesario tomarse un minuto y pensar. Como clientes que somos de una determinada institución el único poder que tenemos es pagar nuestra entrada, me parece que castigar a los dirigentes no asistiendo es una opción. Declaraciones como “El conjunto Oro y Cielo se hará parte de todas las acciones legales correspondientes para evitar que este tipo de incidentes vuelvan a cometerse en un recinto deportivo, rechazando categóricamente el actuar de los individuos que empañaron la jornada deportiva”[2], son una buena señal mas, en la mayoría de las ocasiones se quedan solo en palabras.
“Gobierno e Instituciones deportivas: la pelota ahora es suya, juegue”
Mauricio González Seguel. @gmauricio554
[1] http://www.estadioseguro.gob.cl/index.html. (12 de julio 2015)
[2] http://www.latercera.com/noticia/deportes/2015/07/656-638430-9-everton-lamenta-y-rechaza-los-incidentes-previos-al-partido.shtml?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter .(12 de julio 2015)
